viernes, 24 de septiembre de 2010

Memoria y Supervivencia


“Las estrategias evolucionaron en individuos capaces de darse cuenta de que su supervivencia se hallaba amenazada o que la calidad de su vida después de la supervivencia podía mejorarse”
Damasio, Antonio, 1996

No hay en realidad criterio verdaderamente científico para decir dónde y cuándo comienza el hombre, sino en la constatación de que la vida se exterioriza
Leroi-Gourhan, Citado por Stiegler, 2001


El neurocientífico Antonio Damasio en “El error de Descartes” y Leroi-Gourhan interpretado por  Bernard Stiegler en su ensayo “Leroi-Gourhan. Lo orgánico organizado”, desarrollan, cada uno desde sus investigaciones y en textos diferentes, el tema de memoria y supervivencia. Mientras el primero centra su mirada en el cuerpo del ser humano como memoria que necesita evitar el dolor para sobrevivir, el etnólogo afirma la existencia de una memoria “Epifilogenética” que está basada en la transmisión de técnicas que permiten el cuidado de una cultura. Es particular que ninguno de los dos vea la memoria como dispositivo neuronal solamente, en cambio, si la asocian a procesos en los que los seres humanos poseen la capacidad de construir objetos exteriores a ellos mismos, es decir, que se vuelven creadores.

Damasio (1996) sostiene que la constitución de avanzados procesos de memoria han permitido gran capacidad “para memorizar objetos y acontecimientos únicos…, manipular los componentes de estas representaciones memorizadas para idear nuevas creaciones mediante combinaciones originales… y memorizar las nuevas creaciones que se acaban de describir, es decir, los resultados anticipados, los nuevos planes y los nuevos objetivos” (p. 240). Es interesante notar que habla de la memoria para el futuro y no sólo como evocación, o mejor, es el recuerdo del pasado el que me permite crear un proyecto hacia adelante, que según el autor estará relacionado con el aumento de placer y disminución del dolor.

Hablar de placer y dolor como “palancas que el organismo requiere para que las estrategias instintivas y adquiridas funcionen de manera adecuada” (p. 240) hace referencia al cuerpo biológico como soporte de lo humano. La resolución de amenazas que afectan al individuo se van integrando en la memoria para que en el futuro, él mismo, evite su exposición. De allí que “el sistema inmune, el hipotálamo, las cortezas frontales ventromediales y la declaración de derechos tienen la misma causa fundamentada” (p. 240); esto quiere decir, que los cuerpos biológico, y más aún, el cuerpo social buscarán la manera de alejarse del dolor en la búsqueda de su supervivencia, al respecto, afirma Damasio “Cuando muchos individuos, en grupos sociales, experimentaron las consecuencias dolorosas de fenómenos psicológicos, sociales y naturales, fue posible desarrollar estrategias intelectuales y culturales para salir adelante con la sensación de dolor y quizá para reducirla” (p. 241).

Por su parte Leroi-Gourhan ve la memoria como huella o trazo que se transmite y que permite la creación o modificación de útiles “El útil es el órgano de predación y de defensa, es decir de supervivencia de la especie, y es en el útil en donde toda la experiencia de la supervivencia y de la muerte se reúne, sea como útil guerrero, sea como útil de trabajo” (p.4). En este sentido, Leroi-Gourhan va más allá del cuerpo biológico o social, hace un desplazamiento hacia el cuerpo virtual, lo que nos indicaría que trabaja sobre el concepto de una desterritorialización de la memoria a través de la configuración de espacios y tiempos, de  “útiles” que se crean en el exterior. Hablar de una desterritorialización de la memoria es permitirse la conceptualización de una nueva categoría[1] que aparece a partir del desarrollo humano en relación con la técnica y que él denominada: “Epifilogenética”.

Como se puede ver, a pesar de que los dos autores referidos hablen de supervivencia, Leroi-Gourhan habla del logro de ésta a través de la construcción de productos fuera del cuerpo mismo y afirma que el hombre es “en la medida en que se pone fuera de sí, en sus prótesis”. Son estas –prótesis- las que en la actualidad nos permiten un adecuado desarrollo de la vida, dicho de otra manera, una creación misma de la vida en tanto cultura, incluso afirma que “Hombre y técnica forman un complejo, son inseparables.  El hombre se inventa en la técnica y la técnica es inventada en el hombre” es un proceso de bucle del que no es posible salir y que además, constituye una historia, la historia del ser humano.

Pero quiero arriesgarme hacia otro concepto, toda vez que instalados en el s XXI, valdría la pena pensar en la relación: supervivencia y diseño. Si bien es cierto se buscaría la disminución del dolor (como lo plantea Damasio) o la creación de inscripciones para continuar nuestro camino de hominización, una de las necesidades de nuestro mundo de la modernidad está centrada en el diseño. El cuerpo ha entrado en una obsolescencia incluso en las expresiones artísticas. La transformación continua del mismo hace posible que el dolor tenga otras categorías; una muestra de ello, es el aumento de cirugías plásticas, de perforaciones y otras tendencias que implican tener al cuerpo como superficie de un color o una forma. Lo mismo sucede con los objetos que quizá pasan, de manera rápida, de “útiles” a “inútiles” ya que la preocupación por la funcionalidad incluso ha pasado a un plano diferente. Se piensa más en el tiempo que en el mismo espacio que éste ocupa, de tal manera que la bondad del objeto está asociada a su velocidad de operación, pero también a que tenga un diseño exclusivo, o por lo menos lo aparente. Como lo menciona Enrique Dussel (1984), un problema adicional a la producción, es la moda, que es impuesta por sociedades dominantes a otras dependientes.

La mutación de la necesidad en deseo, el acotar camino del sufrimiento al placer, de lo actual en virtual han transformado la actividad poietica de tal suerte que incluso se cambie el sentido de vida. Dussel, afirma “La tarea es transformar el conjunto tecnológico de modo tal que cada hombre pueda a través de su trabajo asegurarse una vida digna compatible con el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas existentes en su propio contexto” (Dussel, 1984: 237). Al parecer, el concepto de dignidad incluso ha variado. No en vano Felix Duque en su texto “Filosofía de la técnica de la naturaleza”, hace referencia al progreso como la “lepra del planeta tierra” (1986: 55)  pero también por lo mismo, sugiere un paso atrás a esta producción reflejada en el avance humano que posibilitará su autoeliminación.

Dos preguntas en curso: ¿Cuándo se empezó a perder la ruta por sobrevivir solamente, acaso, algún día la tuvimos? ¿Es posible que nuestro cuerpo recuerde, que los objetos nos recuerden, el propósito de la creación?

BIBLIOGRAFIA
DAMASIO, Antonio, el error de Descartes, Barcelona, Drakontos, 1996
LEROI-GOURHAN, André, El gesto y la palabra, Caracas, La biblioteca, 1972
DUQUE, Félix, Filosofía de la técnica de la naturaleza, Madrid, Tecnos, 1986
DUSSEL, Enrique, Filosofía de la Producción, Bogotá,  Ed. Nueva América, 1984
STEIGLER, Bernard, Leroi-Gourhan. Lo orgánico organizado, En Traducciones Historia de la Biología. No. 17, Medellín, Universidad Nacional de Colombia, 200


[1] Las dos primeras son “la genética, de la especie (el genoma) y la epigenética, del individuo (la memoria nerviosa)